jueves, 21 de marzo de 2013
Equinoccio de Primavera
Una vez más tenemos el equinoccio de primavera o equinoccio vernal el cual marca el fin del invierno que a su vez es sustituido por la bella estación de las flores.
Es importante destacar la gran cantidad de culturas, religiones y filosofías que celebraban este acontecimiento como símbolo del renacer de la vida luego del duro invierno y como una forma de conectarse con la madre tierra y la energía del sol. Tal vez su ancestral celebración se debe a que este evento tiene un impacto significativo en múltiples planos, los cuales atraviesan la cultura, la naturaleza terrestre, y el cosmos. Esta fecha no solo es trascendental para actividades ligadas al cultivo de la tierra, o al diálogo entre la Tierra y el Sol –y por lo tanto entre el día y la noche–, sino que históricamente también ha sido fundamental en las tradiciones místicas de diversas culturas.
Etimológicamente el término equinoccio deriva del latín, aequus (igual) y nox (noche), aludiendo a una relativa igualdad entre el día y la noche. Y si bien popularmente se considera al equinoccio vernal como el instante preciso en que el día y la noche igualan, simétricamente, sus fuerzas, lo cierto es que en realidad ello no siempre sucede en perfecta sintonía con este fenómeno, de hecho suele ocurrir unos días antes o días después (y a esos días, para distinguirlos, se les ha denominado los equiluxios). Pero de cualquier forma, en un plano simbólico, el primer día de la primavera marca un momento especial en el que la luz y la oscuridad conviven armónicamente, y a partir de este momento, cada día incrementará unos segundos hasta llegar al solsticio de verano, el día más largo del año. Además marca el fin de la inactividad características del invierno a la actividad de la primavera y por lo tanto todo pareciera florecer: la actividad agrícola, nuestros trabajos, la economía y hasta nuestros estados de ánimo son diferentes: nos sentimos con más energías para iniciar planes y proyectos.
Técnicamente, el fenómeno se refiere al momento en el que el centro del Sol se sincroniza, compartiendo planos exactos, con el ecuador terrestre, es decir, los dos polos de la Tierra se encuentran a igual distancia del Sol.
En cuanto a la agricultura, este momento indica que pronto los cultivos volverán a crecer y así que tendremos nuevamente lo frutos que la madre Tierra nos ofrece. Por otro lado, desde un plano específicamente simbólico, la primavera proyecta uno de los más dinámicos arquetipos, la renovación. Si, esta temporada sugiere renacimiento y renovación,
En cuanto a las estepas astrológicas, el equinoccio vernal marca una fecha crucial para el ciclo zodiacal, ya que marca el inicio del año zodiacal, con la llegada del sol al signo de Aries, el carnero, el primer signo del zodiaco. El equinoccio de primavera antiguamente es un día de gran celebración, en el ascenso de la luz hacia el esplendor del verano donde las semillas físicas y metafísicas serán cultivadas.
Podríamos decir entonces que cada año tenemos esa oportunidad de “florecer”, de renovarnos para seguir creciendo como personas y como seres espirituales que somos conectándonos con los ciclos de la Tierra y del Universo para encontrar nuestra verdadera esencia.
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